Payload Logo
the potand The Potter

Donde el fuego refina el alma

Author

Evelyn García

Date Published

El cristianismo es, sin duda, un mundo al revés. En ningún otro lugar se nos diría que debemos considerarnos dichosos en medio de las pruebas, y sin embargo, aquí está Santiago afirmando en el versículo 2: “considérense muy dichosos”. Y por la conjugación verbal que utiliza, no se trata de una simple sugerencia, sino de un mandato. En otras palabras, los cristianos hemos sido llamados a regocijarnos en medio de nuestras pruebas. Ahora bien, esto no significa que debamos sentarnos debajo de un árbol con una sonrisa fingida esperando que la tormenta pase. No. Santiago no habla de evasión ni de indiferencia, sino de una disposición activa: enfrentar lo que venga con confianza, sabiendo que no estamos solos.

Si fijamos nuestra atención en nosotros mismos y en nuestras circunstancias, será imposible sentirnos dichosos. Nadie puede sostener el peso de todo sobre sus hombros. El verdadero gozo en medio de las tormentas, las sacudidas, las traiciones o el dolor, solo puede experimentarse cuando nuestra mirada permanece en Él y no en frases como: “cómo voy a resolver esto”, o “por qué a mí”. En el fondo, es un llamado a reposar en Jesús, a fijar la mirada en Él y, mientras lo hacemos, confiar en que Él hará que todo obre para nuestro bien.

Mientras pienso en esto, me viene a la mente Pedro en Mateo 14:22–32. Pedro le pidió a Jesús que, si realmente era Él, lo llamara a caminar sobre el agua. Y así fue: comenzó a caminar, todo iba bien… hasta que desvió su atención hacia el viento fuerte. En el momento en que dejó de mirar a Jesús, sintió miedo y comenzó a hundirse. Lo mismo nos ocurre a nosotros: en cuanto dejamos de centrar la atención en Cristo, las olas y el viento de la vida nos abruman.

Pienso también en mi propio caminar con Cristo. La forma en que enfrento las adversidades no es la misma de hace un año. Hoy miro todo a través de otros lentes. Antes me dejaba llevar por el pánico o las emociones (y sigo siendo una vasija en proceso), pero ahora procuro buscar primero la opinión del Espíritu Santo. Creo que lo que Santiago nos propone es un ejercicio continuo, un músculo que se desarrolla con la práctica. Cuanto más conocemos a Dios, su carácter y su fidelidad, más aprendemos a confiarle de verdad. Es como ir al gimnasio: el primer día no podemos levantar las pesas más pesadas ni correr como queremos, pero con constancia, el desempeño del día 30 ya no es el mismo que el del día 1.

Sentirnos dichosos en medio de nuestros procesos es posible solo si confiamos en que Dios está en control, aun cuando a nuestros ojos todo parezca incierto. Y para quienes luchamos con soltar el control, sí, bienvenidos al club, esas pruebas suelen convertirse en lecciones de dependencia: aprender que no se trata de nuestra autosuficiencia limitada, sino de la suficiencia de Dios. Considerar nuestras dificultades con gozo no significa disfrutar el dolor, sino reconocer que, independientemente de nuestras circunstancias, podemos reposar en Aquel que es más grande que nosotros, el que lleva lo que ya no podemos cargar y nos recarga las fuerzas cuando sentimos que vamos a desfallecer.

Santiago también nos muestra el propósito de las dificultades: ellas ponen a prueba nuestra fe, y es a través de esas pruebas que aprendemos perseverancia. Como tantas veces he escuchado a Craig Groeschel decir: “Una fe que no ha sido probada es una fe en la que no se puede confiar.” En ese intercambio de miradas, cuando dejamos de enfocarnos en nosotros mismos y sostenemos la mirada de nuestro Padre, es donde encontramos ese gozo inexplicable, esa paz que sobrepasa el entendimiento, esa quietud aun cuando todo a nuestro alrededor parece derrumbarse.

Cuando Santiago habla de la “prueba de su fe”, no se refiere a comprobar si tenemos fe o no, sino a examinar, refinar y fortalecer la fe que ya está en nosotros como creyentes en Cristo. En mi caminar he llegado a darme cuenta de que, así como los exámenes en la escuela sirven para medir cuánto hemos aprendido o retenido, las pruebas son una oportunidad para ejercitar una vez más nuestra confianza en que nuestro Dios es lo suficientemente grande para sostenernos en medio de cualquier circunstancia.

También he notado que, si en medio de las pruebas nos centramos solo en lanzar preguntas al aire como “¿por qué?”, difícilmente recibiremos respuesta. No porque Dios no quiera hablar, sino porque quizás estamos haciendo las preguntas equivocadas. Lo pensé así al inicio de esta semana: “a Dios no le gusta responder preguntas con ¿por qué?”. Lo que he descubierto es que encuentro más respuestas cuando cambio mis preguntas hacia algo más profundo y transformador: “¿qué me quieres enseñar por medio de esto?”, “¿cómo me estás haciendo crecer en este tiempo?”, “¿en qué quieres que me enfoque ahora?”.

Las respuestas aparecen porque dejamos de mirarnos a nosotros mismos como el centro de todo y volvemos la mirada hacia algo más grande, hacia Alguien que trasciende nuestra visión limitada. Y es en ese cambio de enfoque donde realmente empezamos a comprender que las pruebas no nos destruyen, sino que forman en nosotros una fe más firme y madura.

Al final, Santiago nos recuerda que las pruebas no son el fin, sino el medio por el cual Dios está formando en nosotros una fe madura, firme y perseverante. No se trata de negar el dolor ni de aparentar gozo, sino de aprender a mirar más allá de las circunstancias y descansar en la certeza de que Dios está obrando aun cuando no lo entendamos. Y es en ese caminar, con la mirada fija en Cristo, donde descubrimos un gozo que no depende de lo que sentimos ni de lo que vemos, sino de Aquel que prometió nunca dejarnos ni abandonarnos.

¿Y tú, cómo estás enfrentando hoy tus pruebas? ¿Dónde está puesta tu mirada: en tus fuerzas limitadas o en el Dios que sostiene todas las cosas? ¿Qué pasos puedes dar para reposar más en Él y dejar que sea tu fe la que se fortalezca en medio de la tormenta?


Nota al lector: Reflexión devocional inspirada en Santiago 1:2-4. No es un comentario teológico, sino una lectura desde el corazón y la fe.

Deja tu comentario



Comentarios

Cargando comentarios…